Las metas del respeto y la tolerancia. Convivencia entre cristianismo, secularización y laicidad (II), per Javier García-Conde Brú

Casi todos los análisis sobre temas importantes empiezan por la educación. Entre 1734 y 1737 J-J.Rousseau, dedicado a la pedagogía escribió su libro “Emilio o De la Educación” fabricando un alumno de laboratorio, sobre el que reflexiona, situándolo en medio de la sociedad para relacionarlo con situaciones concretas. Es, por lo tanto, un libro sobre el ciudadano y el hombre político.

La buena educación contempla la evolución de las sociedades como vida publica, que introduce valores humanos y éticos tales como el respeto, la convivencia, el esfuerzo, la equidad, la formación del carácter, la búsqueda de la veracidad y el uso razonable de la libertad. Ello requiere una democratización de las instituciones y una secularización de la sociedad.

En pocos aspectos, de los relacionados con la conciencia humana, es tan importante la educación como aquellos que se refieren a las religiones, situadas en una sociedad que es pluricultural, pluriétnica y plurireligiosa. La existencia de las religiones, se expresan en el hecho religioso y este existe y existirá porque forma parte de la historia y constituye un elemento insoslayable a la hora de comprender la cultura humana.

Existen múltiples religiones, unas son monoteístas como el cristianismo, el islam y el judaísmo y otras politeístas como el hinduismo, el budismo y el taoísmo. La doctrina y las enseñanzas de estas religiones se encuentran respectivamente en los siguientes libros: la Biblia (Antiguo Testamento que contiene textos heredados de la religión judía y el Nuevo Testamento que contiene los Evangelios), el Corán, el Tenak (Torá o doctrina), los Vedas, Las Cuatro Verdades y los Ocho Caminos y el Tao Te King. Todas las religiones insisten en cuatro características principales : aceptación del mundo en su conjunto, una propuesta de salvación futura y de felicidad ,una llamada a la libertad, a la responsabilidad y a la necesidad de trasformar el mundo y una búsqueda de la “veracidad” más revelada que razonada.

Es evidente que estos criterios están sometidos a una interpretación, necesariamente relacionada con criterios laicos y secularizados para comprender la sociedad actual y convivir en ella. Estos criterios permiten hacer compatibles socialmente distintas tendencias , con respeto a la diversidad, que necesariamente se aleja de todo intento irreal de homogeneización sobre “verdades únicas” o “verdades eternas”.

Los avances realizados en el mundo por los hombres y las mujeres se han basado preferentemente en el uso de la razón y el conocimiento para poder entender la realidad y tomar decisiones, en el dialogo sobre posiciones de igualdad en la dignidad y de diferencias en la argumentación con respeto y tolerancia a opiniones argumentadas que huyen de fanatismos y adoración al pensamiento único.

El fanatismo y la hipocresía son los grandes enemigos para la convivencia y para el desarrollo humano. El fanático suele ser un individuo frustrado, con una consideración peyorativa de si mismo y que se une a un movimiento para librarse de su inútil vida y tener un motivo por el que luchar y destruir en nombre de una causa que considera sagrada.

Las religiones pueden tener defectos pero nunca tantos como las personas que las administran y difunden y por ello, creencias, oraciones y rituales no pueden justificar las persecuciones, las torturas, los abusos de todo tipo y las enfermizas ansias de poder. La Iglesia católica ha frecuentado muchos de estos aspectos y durante mucho tiempo, en donde incluyo algunas situaciones actuales. Siempre ha manejado las creencias como criterio para lo incomprensible, ha sido profundamente incompetente sobre los problemas científicos, desde Galileo hasta la actualidad, se ha definido obsesivamente sobre la sexualidad, con lo mucho que tiene que corregir en su propia casa, antes y ahora, y ha dogmatizado y amenazado con las consecuencias del pecado en lugar de aceptar los valores cívicos y tomar posiciones ante los graves problemas del mundo. La Iglesia ha entendido como persecución no poder decir la ultima palabra en materias sociales, políticas y religiosas. La política que no es su oficio y por ello deberían dimitir de ser un Estado no democrático para actuar como una autentica Institución religiosa.

El Concilio Vaticano II (1962) en la etapa de Juan XXIII (1958-1963) y posteriormente con Pablo VI (1963-1978) fue la más importante reformulación de la enseñanza social católica basada en los siguientes criterios : conexión con la doctrina de los derechos humanos, ponen en primer lugar las consecuencias de las graves problemas políticos y sociales, apoyo a la libertad religiosa, independización de la Iglesia, separada del Estado (Gaudium el Spes), incluso se solicitó a Franco por parte de Pablo VI declinar en la presentación de obispos (1968), carta que no fue contestada incluso cuando se utilizaba el palio para que el dictador entrara en las Catedrales. Esta ultima época coincidió en España con la etapa del cardenal Tarancón, recordaran aquello de “Tarancón al paredón”, que exhibió la extrema derecha católica mientras que cristianos y progresistas se enfrentaban con un Régimen nacionalcatólico que consideraba que había una infiltración marxista en las filas católicas . Tarancón y el nuncio monseñor Dadaglio fueron encargados de la renovación de la jerarquía eclesiástica que se aplazó y fracasó cuando la Conferencia Episcopal Española en junio de 1971 solicitó al Estado un fondo suplementario para poder distribuir un sueldo mínimo a cada sacerdote. En 2011, etapa Zapatero, esta cantidad fue de 13, 26 millones de euros mensuales para sueldos de eclesiásticos y otras actividades de culto. En el Vaticano, Juan Pablo II y Benedicto XVI, se encargaron de no poner en practica los acuerdos del Vaticano II y de dirigir una etapa opaca e impune de la Iglesia católica.

Quiero ocuparme de tres aspectos sobre los que me parece que gravita una religiosidad para la convivencia y la libertad en la sociedad actual de nuestro país : el hecho religioso sobre un criterio cristiano , la laicidad y la secularización.

El hecho religioso no es solo un elemento integrante de la cultura sino además un componente cultural de primer orden dentro de la historia de la humanidad. Los vestigios de religiosidad se remontan a la prehistoria, son universales y persisten en todos los países del mundo aunque también es evidente una progresiva tendencia a la irreligiosidad. El hombre precedió durante mucho tiempo a las informaciones sobre la existencia de religiosidad y por ello esta se encuentra lejos de tener un carácter de “don” y se considera que tiene un carácter evolutivo. El cristianismo deriva de Cristo y Jesús fue sin duda un judío que no pretendió cambiar la religión, sino reforzarla y cumplirla, intentó mejorar las condiciones de vida de su pueblo proponiendo un “gobierno de los justos” que impusiera las leyes del Torá, se opuso al corrupto poder establecido y a la dominación romana , algo que difiere de la actuación de sus sucesores. Jesús no dejo nada escrito y las profecías no se cumplieron. En ningún momento dijo que fuera Dios. ya que hubiera sido lapidado por hereje. Por otra parte el amor a Dios, y a los enemigos ya se encontraba en el Torá y había sido referido por Sócrates y por los estoicos Pitágoras, Platón y Heráclito 400 años a.C.

La enseñanza de las religiones tiende a la descripción de los hechos y a explicarlas como un fenomeno cultural sin tener en cuenta lo sobrenatural ya que ello es incompatible con la razón humana e impide la aceptación de cualquier realidad. Los presupuestos positivistas interpretaron la historia en tres estadios progresivos: el mítico o teológico, el metafísico y el científico. Augusto Comte como propulsor de esta doctrina filosófica (Discurso sobre el espíritu positivo, 1844) considera que el hecho religioso no se puede separar de la realidad social en que se encarna. Estas consideraciones están basadas en criterios histórico-científicos que en modo alguno niegan los posicionamientos creenciales y sobrenaturales de ciertas personas.

La secularización, es un proceso propio de algunas sociedades modernas a través del cual las ideas y las organizaciones religiosas pierden influencia social. Se debe al desarrollo de la racionalidad, la ciencia y la tecnología que acompañan al proceso de industrialización y urbanización de estas situaciones. Por otra parte la religión presenta ciertos aspectos irreconciliables como la necesidad de comunicarse con coherencia y argumentación, la obligación de creer y responder a normas cada vez menos aplicables a la realidad y al uso de una libertad de la que parte la responsabilidad, necesita tener su fundamentación en la búsqueda de la veracidad y en el uso del pensamiento critico.

En la sociedad española el proceso de secularización está relacionado con procesos históricos y educativos. Pérez-Agote basa esta evolucion en tres lógicas sociales u oleadas interrelacionadas, que a diferencia de lo que ha sucedido en siglos en el resto de Europa, en España se ha producido en una sola generación.

La primera oleada de secularización o anticlericalismo ocurre con anterioridad a la Guerra Civil española y en la primera mitad del siglo XX, desarrolladas por corrientes políticas e intelectuales propias de la era moderna y de la libertad de pensamiento, sin que exista una secularización interna y adquiere una forma contra la religión y contra la Iglesia que se obstina en perpetuar el monopolio de la verdad. La segunda oleada es un proceso de pasividad y de despreocupación, sin enfrentamiento con la religión ni con la Iglesia debido a la persecución de estas ideas durante los primeros años del franquismo. En esta etapa existe un abandono progresivo de las practicas religiosas sin abandono de la creencia en Dios, configurada esta tendencia por un aumento de los católicos no practicantes. En la tercera oleada, en torno a los años 90, hay un cambio generacional y de tendencia en el que disminuyen tanto la autodefinición religiosa como los católicos practicantes y aumenta de forma importante el grupo de agnósticos, ateos, indiferentes y no creyentes (LSA). En esta etapa se produce una progresiva desaparición de ciertas creencias católicas como el pecado, el cielo, el infierno, la vida después de la muerte, el espíritu santo, los ángeles, los milagros, el purgatorio y el diablo que implican a mas de 50% de los creyentes.

El proceso de secularización representa una movilización social y política por la cual la religión y el magisterio de la Iglesia dejan de ser importantes en la sexualidad, la política, el trabajo y la profesión.

En este momento aparece otro proceso que viene fundamentalmente con la inmigración y que representa la lógica de la heterogeneización cultural y religiosa. En 2005 las personas extranjeras en España eran 3,73 millones . Este es el ejemplo real que conecta convivencia, religión y laicidad sobre todo teniendo en cuenta que las personas que profesan otras religiones son mas practicantes que los católicos españoles (encuesta Centro de Investigaciones Sociológicas CIS,2002) .

Se puede ser laico y religioso o cristiano. La laicidad se articula con la diversidad, que propone un respeto a las diversas creencias, reconocimiento reciproco, libertad sobre la base de “no dominación”, de forma particular por las castas sacerdotales que impiden el desarrollo de las identidades cívicas. Las tendencias actuales piden más laicismo y otrs más religión en el espacio publico. Parece razonable aceptar que la religiosidad se sitúa en una plano colectivo con los que son creyentes y realizan actos en lugares propios con arreglo a su doctrina y tradiciones. Sin embargo los fundamentalistas católicos a quien Díaz-Salazar considera como una postura “neocon” facilitan una laicidad respetuosa con el conjunto de las religiones. Cuando Juan Pablo II y Benedicto XVI dicen que el laicismo es amoral pues la única verdad es la verdad católica, incitan al conflicto entre creyentes y no creyentes, a la falta de convivencia, con un intento de privar de autonomía a las personas y al Estado y queriendo indicar que la laicidad es antirreligiosa cuando estriba precisamente en el reconocimiento del pluralismo y la diversidad. Situados en este tipo de dogmatismos Savater afirmo que “los cristianos inventaron el laicismo” y Gauchet decía que “el cristianismo es la religión de la salida de la religión”

Todo sistema como la laicidad que defiende, en libertad y democracia, la autonomía del Estado, de la política, de la conciencia moral, de la educación y de la vida espiritual tiene diferentes formas de actuación denominadas laicismos :a) laicismo religioso, b) laicismo anticlerical y antirreligioso (excluye la religión del espacio publico c) laicismo neutralizador y d) laicismo inclusivo considerado como el más universalizable (incluye el hecho religioso).

Si nos situamos en la sociedad actual de nuestro país el hecho religioso, la secularización y la laicidad tienen una misma raíz intelectual y son los criterios que sirven para respetar la libertad de conciencia, favorecer la convivencia en la diversidad y fomentar el dialogo y la deliberación como método para lograr acuerdos.

Javier Garcia-Conde Brú

Catedrático de Medicina

Master en Bioética