¿Fue Jesús de Nazaret un laicista? Conferencia de Demetrio Orte sobre laicismo y cristianismo en Cullera Laica.

El 24 de marzo de 2018 tuvo lugar en la sede de Cullera Laica una conferencia impartida por Demetrio Orte, miembro del “Grup de seglars i rectors del dissabte”, en sustitución de Antonio Duato, miembro del mismo colectivo, que por razones de salud no pudo estar para impartir la conferencia anunciada: “Jesús de Nazaret fue un laicista. El cristianismo comenzó como movimiento laicista”. A continuación se publica la conferencia preparada por Demetrio Orte, a quien agradecemos que nos facilitara el texto. Como es normal, no dijo todo lo que está escrito y no está escrito todo lo que dijo, pero básicamente es la conferencia que impartió.

Cullera Laica, 3 de abril de 2018

…………………………………………………………………………………………………………………………………………………

Charla sobre Laicismo y Cristianismo (Cullera Laica, 24-3-2018).

“¿Jesús era laicista?”

Buenas tardes. Gracias por la invitación y un recuerdo por Antonio Duato, a quien sustituyo por amistad…

1.- Primero plantearía “desde dónde” hablo. Así me presento y me ubicáis, para entender mejor mis puntos de vista.

Me llamo Demetrio Orte, soy natural de un pequeño pueblo de la provincia de Soria, uno de los territorios más despoblados de la península. Nací en 1946 en un medio rural de mucha escasez, en una familia numerosa, que luego emigró a Zaragoza. Yo fui a estudiar a los Salesianos. Fui salesiano y me ordené de cura en 1973. Tras unos pocos años de profesor, trabajé manualmente y como autónomo más de treinta años hasta mi jubilación. Ahora estoy con los yayoflautas de Valencia. He estado casado 34 años, ahora viudo y soy padre adoptivo de una hija discapacitada. Formo parte de una pequeña comunidad cristiana de base y en la red de comunidades y otros grupos llamada Redes Cristianas.

Lo que diga aquí es opinión personal. No represento a nadie y menos a la Iglesia oficial. Si uso el plural (pensamos…) es referido a mi comunidad y las redes cristianas en las que hay un cierto consenso en muchos temas. No pretendo dar lección de nada. A lo mejor no os digo nada nuevo, pero oírlo de una voz distinta se puede prestar al diálogo. Me gustaría escucharos.

2.- Antes de entrar en materia quisiera hacer una observación sobre que las palabras tienen su ambigüedad y a veces requieren precisión, pero siempre, y más en lenguajes religiosos y simbólicos, pueden significar algo diferente, a veces por nuestros propios prejuicios: por ejemplo la misma palabra laico, laicidad, laicismo, ateísmo, creencia, Jesús, Iglesia, clero, clerical, o anticlerical, eclesial o eclesiástico. Creo que nos entenderemos.

Por ejemplo: la palabra laico tiene un significado hacia dentro de la Iglesia, que es quien no es clero, quien es el “pueblo fiel” (laos significa pueblo). Y fuera tiene otro sentido: Estado laico, escuela laica, Cullera laica: que no depende de una religión o iglesia, y propugna la separación e independencia. De esto sabéis más que yo.

3.- En la Iglesia, “clero” es el conjunto de personas del estamento digamos “dirigente”, que tiene el poder de enseñar (predicar), administrar sacramentos (“santificar”) y regir o gobernar (una parroquia, una diócesis); o sea, son el estamento superior del “aparato” o “estructura” eclesiástica que es claramente jerárquica. Y “casualmente” (o no tanto) son todos hombres, todos célibes (y supuestamente heterosexuales), “ordenados” dependientes del obispo económica e ideológicamente (deben obediencia), y dedicados profesionalmente a lo religioso: viven de ello.

Hay casos raros como yo mismo, que estoy ordenado como sacerdote pero no soy clero (soy laico): soy hombre, sí, pero estoy casado (ahora viudo), y siempre he vivido de mi trabajo manual civil (no de la religión); no he cobrado del obispo ni tenido ningún cargo dependiente de él. Eclesiásticamente estoy “fuera de ley” o sin papeles. Para mí es un reto vital ser cura sin ser clero: como cura obrero, cura casado y cura comunitario. No sólo no soy clero sino que soy anticlerical en el sentido de que creo que el clericalismo es una tara de la iglesia que la hace radicalmente desigual (clero-laicos), cuando como comunidad de Jesús debería ser radicalmente igual, como modestamente procuramos en nuestra pequeña comunidad y en las comunidades de base.

4.- ¿Era Jesús laicista?

Dicho así no tiene mucho sentido porque esa palabra entonces no existía. Pero sí podemos decir que era laico en el sentido religioso que he aplicado a la iglesia. Jesús (según se va investigando) era un judío marginal, un galileo de una región considerada “gentil” (pagana) respecto a la Judea de Jerusalén donde estaba el Templo y el centro religioso y político. Posiblemente era un campesino sin tierra, pobre como tantos. Nazaret era una población pequeña en una zona de terratenientes y de ocupación romana, de opresión con impuestos y castigos. Jesús no pertenecía a la tribu de Leví, de la que eran los sacerdotes; ni a los fariseos fanáticos de la aplicación de la ley de Moisés con cientos de mandamientos y rituales de pureza; ni a los escribas que copiaban y leían la Ley en la sinagoga. Posiblemente ni siquiera sabría leer y escribir como la mayoría del pueblo.  Sí que sería una persona religiosa, creyente, que acudía a la sinagoga, escuchaba la escritura de los profetas y hacía su oración como persona espiritual incluso mística. Pero Jesús era crítico con la religión que veía y cada vez lo fue siendo más al ver los abusos y crueldades que propiciaba una aplicación inhumana de la ley religiosa. Esto le llevó a un conflicto religioso progresivo que empezaba con discusiones frecuentes y duras con los fariseos y culminó en el cuestionamiento del Templo como eje de la religión y el enfrentamiento con los sumos sacerdotes y de rebote con el poder político judío y romano (Herodes y Pilatos), que le llevó a ser ejecutado como blasfemo para la religión y como subversivo para el poder político, con el tormento más degradante, la cruz, reservado a subversivos. Así murió como un fracasado no sólo del mesianismo que algunos esperaban de él, sino del mensaje que transmitía de un proyecto de sociedad y humanidad que llamaba “Reino de Dios”, y que hoy podemos traducir como “otro mundo es posible”. Jesús era una persona utópica que creía que el mundo debía basarse en el amor, en la fraternidad universal bajo un Dios Padre misericordioso, no un juez cruel, y una felicidad basada en la entrega. Podemos decir que Jesús era creyente en Dios pero a la vez laicista en el sentido de que no creía en el poder político como salvador, y menos aún en el maridaje que veía en su religión entre Templo y poder, entre Dios y el dinero, entre religión y opresión, entre ley y libertad. “No podéis servir a Dios y al dinero”. “Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”.  “Veis que los poderosos del mundo  oprimen a los pueblos; entre vosotros no sea así; quien quiera ser primero, se haga servidor, no dominador”.

Jesús transmitió un mensaje y lo vivió él mismo, y lo intentó con el grupo de amigos y discípulos que le acompañaban. Intentó formar una comunidad de iguales que siguieran su ejemplo y su camino. Aunque su muerte les decepcionó y dispersó de momento, luego comprendieron que tenía razón y que seguía vivo en ellos su mensaje y su espíritu que les animaba. Así emprendieron un camino que de algún modo llega hasta nosotros. Jesús no fundó una religión ni fundó una iglesia. Eso vino después.

El mensaje de Jesús era una propuesta utópica de otro mundo posible no necesariamente  vinculado a lo religioso, sino esencialmente humanista, ofreciendo la felicidad alternativa basada en el amor, en la no violencia, en el perdón, en la fraternidad, en la igualdad, un mensaje liberador especialmente para las personas más vulnerables: Las mujeres, los pobres, los enfermos que sufren, las personas hambrientas, perseguidas… Las Bienaventuranzas es una oferta alternativa a la felicidad de este mundo basada en el poder, el tener, el consumir, la avaricia y el egoísmo. Es un programa revolucionario en ese sentido de que “este mundo”, “este sistema” (entonces como ahora) no sirve si no está al servicio de la humanidad y con la preferencia de los más vulnerables y perdedores de este mundo: “los últimos serán los primeros”. Revolucionario sin violencia, ácrata sin poder opresor, incluso “comunista” en el sentido más comunitario, igualitario y solidario: “que cada persona aporta lo que puede y recibe lo que necesita”. Así lo reflejan la foto de aquellas primeras comunidades “donde no había pobres porque todo lo ponían en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenía”. Así aquellas pequeñas comunidades eran perseguidas por el poder judío en Jerusalén y por el poder romano en el imperio, pero resistían, viviendo en el mundo pero sin contaminarse por el mundo, ateas en un mundo plagado de dioses, insumisas a un emperador endiosado, clandestinas en un mundo perseguidor de la diferencia.

Creo que podemos decir que los valores básicos del laicismo, la libertad de conciencia, la igualdad y la universalidad estaban y están en el mensaje de Jesús y en la vivencia de las primeras comunidades cristianas. Y en esos valores creemos quienes queremos ser seguidores del profeta Jesús.

5.- ¿Cabe el laicismo en la Iglesia?

Luego fue viniendo el cambio, cuando el movimiento de Jesús se hizo religión y la comunidad se hizo iglesia al modo de la basílica romana. En el siglo IV, con Teodosio y Constantino, el cristianismo pasó de ser perseguido a ser tolerado, de ser tolerado a ser aceptado como religión oficial, de ser perseguido a ser impuesto como única religión verdadera. Esa fatal alianza entre el poder político y el religioso, entre la cruz y la espada, llevó a la Iglesia a justificar lo injustificable en pos del poder, a copiar las estructuras de poder del imperio romano, su derecho, sus templos, sus jerarquías, sus doctrinas, sus liturgias… Toda la historia de la iglesia será ya un vaivén de reformas y contrarreformas, unas en busca de la fidelidad al Evangelio (Francisco de Asís, Lutero, Vaticano II, Francisco…), y otras en defensa de su poder doctrinal, moral, económico y político (Sacro Imperio romano-germánico, Estados pontificios, Inquisición, cristiandad, nacionalcatolicismo…). Siempre la Iglesia institución ha ido a rémora y en contra de las aperturas en la historia: el Renacimiento, la Modernidad, la Ilustración, la evolución, la secularización… Pero siempre ha habido también dentro de la Iglesia y desde la Iglesia aportaciones al avance de la historia en la libertad y en la humanización. Esa contradicción o ambigüedad sigue presente hoy. Basta ver la tensión entre el impulso renovador de la Iglesia con el Papa Francisco y la resistencia de parte de la Curia y de Obispos y movimientos neoconservadores. O notar las diferentes posturas de la Conferencia episcopal española y por otro lado, movimientos cristianos como Redes Cristianas y comunidades de base respecto a cualquier tema social importante. Hay datos y argumentos en un sentido y en otro. No se puede generalizar como Iglesia lo que es la jerarquía, ni identificar el cristianismo con la institución eclesiástica. A veces decimos que ni Jesús mismo se reconocería en esta Iglesia.

La Iglesia no es sólo la Jerarquía. Los miles de misioneros y misioneras en los países más pobres, y los cristianos y cristinas, religiosas o no, en las zonas más pobres de nuestras ciudades, las ONGs católicas o de inspiración cristiana, las Cáritas con sus más y sus menos… también son Iglesia. Monseñor Romero, obispo salvadoreño de espiritualidad tradicional y conservadora, “se convirtió” al pueblo al ver cómo el gobierno y el ejército salvadoreño mataba a su pueblo y pasó a denunciar la injustica y pagó con su propia vida su defensa evangélica: “si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”. Hoy hace 38 años de su martirio.

Ciñéndonos al aquí y ahora, no cabe duda de que la realidad de la Iglesia española pasa por una fase de tremenda crisis en cuanto al abandono de la práctica religiosa de mucha gente (bautizos, bodas, asistencia a misas…), especialmente  la gente más joven (se calcula que un millón en diez años); también la falta de clero (unas 4.000 parroquias sin cura propio), y unas tremendas posturas reaccionarias por parte del episcopado (Rouco, Cañizares, Munilla, Reig…) . Se resisten a superar los tiempos de cristiandad y nacionalcatolicismo, e intentan mantener áreas de influencia religiosa, en connivencia con el poder económico, político y mediático. La percepción del Estado de cerca de 13.000 millones al año, la exención de muchos impuestos, los privilegios, el escándalo de las inmatriculaciones y especialmente el ámbito de la escuela concertada y el asunto de la religión en la escuela pública…, son temas que muestran el desfase de la Iglesia en una sociedad progresivamente secularizada y en un Estado supuestamente aconfesional, pero que en la práctica hace dejación del objetivo de separación entre Iglesia y Estado, y la defensa del interés común de la ciudadanía frente a los privilegios de una entidad, por grande e importante que sea, pero que no representa a toda la población.

A pesar de las orientaciones del concilio Vaticano II y ahora mismo también del Papa Francisco que afirma que el Estado debe ser laico, la Iglesia española representada en su jerarquía por la conferencia episcopal, sigue añorando épocas de cristiandad y no encontrando un sitio adecuado en una sociedad progresivamente secularizada.

6.- ¿Puede haber cristianos laicistas?

Como he recordado, siempre ha habido en la historia del cristianismo espíritus libres que en recuerdo de Jesús de Nazaret, han sido críticos con la institución eclesiástica. Recientemente, pero ya antes del Concilio Vaticano II, han existido también cristianos y cristianas de base que han cuestionado la eclesiología de la superioridad y del privilegio y han procurado una presencia cristiana y eclesial más evangélica y respetuosa con la autonomía de lo laico. Baste recordar el movimiento de los curas obreros, el de comunidades de base, cristianos por el socialismo, y otros relacionados con la teología de la liberación latinoamericana. Es cierto que estos movimientos han coexistido con otros de distinto signo como el Opus Dei que tanta influencia ha tenido y tiene en los ámbitos de poder, desde el franquismo hasta el actual gobierno conservador. O movimientos que quieren reforzar la presencia confesional de la Iglesia en la sociedad, sea en las parroquias o en los centros de enseñanza y los medios de comunicación.

Como muchos de estos fenómenos son pulsos de poder, quien no opta por el poder siempre queda en desventaja en cuanto a influencia y eficacia. Es lo que nos pasa a las comunidades de base, tanto dentro de la Iglesia como en la sociedad. Nuestra realidad y presencia es minoritaria y casi marginal, y nuestra influencia, escasa. Pero creemos que es cuestión más de ser minorías significativas que mayorías insignificantes. Nuestra organización comunitaria es precaria y nuestra coordinación horizontal creemos que es más coherente con lo que optamos: ser de abajo y estar con los de abajo y hacer lo que buenamente podamos desde abajo.

Nuestra presencia en la sociedad no es confesional, sino que estamos en ella como ciudadanos y ciudadanas en las organizaciones cívicas existentes: hay quienes están en asociaciones de vecinos, entidades cívicas, ongs, plataformas, movimientos…. Y quienes están en sindicatos o partidos no suelen ascender ni detentar cargos de poder. Desde ahí creemos en la laicidad y apostamos por ella codo con codo con organizaciones no confesionales con las que nos unen las mismas aspiraciones de igualdad, libertad, justicia y solidaridad, sin que las diferentes creencias sean obstáculo para caminar en la misma dirección.

Redes Cristianas en 2008 y posteriormente actualizado en 2017, emitió un manifiesto por la laicidad, que organizaciones laicistas han reconocido como tanto o más radical como los suyos propios. El año pasado, 2017, Xarxa Cristiana, emitió un comunicado, que os leo (si queréis):

“Xarxa Cristiana por la laicidad”.

Xarxa Cristiana celebra la moción sobre laicidad institucional aprobada por el Ayuntamiento de Valencia el pasado día 26 de Enero (2017). Valencia se suma así a la red de municipios por la laicidad, como Sagunt y Xeraco, y al movimiento por un Estado laico.

Creemos que la laicidad es la garantía para la libertad de conciencia y la igualdad de toda la ciudadanía, sin distinción de creencias o increencias. La laicidad requiere la independencia del Estado de cualquier creencia religiosa, con una exquisita neutralidad que respete y haga posible todas las confesiones.

Pensamos que la laicidad, y el laicismo que es el movimiento que la defiende, no suponen ningún ataque a la religión, sino que son un principio de respeto, de tolerancia y de concordia. La fe, la religión, las creencias, son del ámbito de las personas, no de las instituciones públicas, que para ser de todos y todas, han de respetar la diversidad por medio de la neutralidad.

Xarxa Cristiana, vinculada a Redes Cristianas a nivel estatal, reafirma el “Manifiesto por la laicidad” que hicimos público en 2008, y en el que, entre otras cosas, definíamos nuestra postura:

-Denunciamos los Acuerdos de 1979 del Estado español y la Santa Sede…

-Apostamos por la laicidad plena, que reconozca la autonomía de lo político y lo civil respecto a lo religioso, y la separación de la Iglesia y el Estado, para libertad de ambos…

-Defendemos la “laicidad escolar”, que responde a principios de igualdad, libertad y formación crítica de todas las personas. Denunciamos la actual presencia de la religión confesional católica en el sistema educativo…

-Denunciamos el actual sistema de financiación de la Iglesia Católica por el Estado español. La Iglesia ha de autofinanciarse sin contar con el Estado.

El mismo Papa Francisco afirma que “El Estado debe ser laico”, y por otro lado, quiere una Iglesia pobre y de los pobres. La Iglesia ha de renunciar a sus privilegios económicos y fiscales (exención del IBI, IVA y otros impuestos, asignación de la casilla del IRPF,…). Nos resulta escandaloso, como ciudadanos y ciudadanas y como creyentes, el privilegio de las inmatriculaciones, por una ley de 1946 recientemente renovada, que ha posibilitado la apropiación, creemos que indebida aunque sea legal, de muchos bienes que deberían ser públicos (como la Mezquita-Catedral de Córdoba). Si, además, el Estado carga con el mantenimiento y restauración de muchos monumentos, es aún más escandaloso que la Iglesia se beneficie sin rendir cuentas.

Xarxa Cristiana, como personas y grupos creyentes, aceptamos la laicidad y apostamos por ella como un signo de los tiempos. En una sociedad progresivamente secularizada, nuestra presencia en el mundo no ha de ser de “cristiandad” (como en el antiguo nacionalcatolicismo), sino de presencia profética y liberadora, como la de Jesús de Nazaret, buscando la defensa de los Derechos Humanos, la humanización plena desde la opción por los pobres, y el anuncio de la utopía de otro mundo posible que Jesús llamaba “Reinado de Dios” como mensaje de esperanza y felicidad para toda la familia humana.

            (Xarxa Cristiana, 5 de Febrero de 2017.)

7.- Retos y cuestiones abiertas.

            1.- La laicidad como reto para mejorar la democracia. Creo que la democracia española está muy deficitaria en muchos aspectos. La Constitución de 1978 se queda corta en muchos temas, pero es que además no se cumple. Basta recordar los derechos básicos al trabajo, a la vivienda, a las pensiones, a la asistencia a personas dependientes y discapacitadas, etc. Sin entrar en temas como la monarquía o los poderes fácticos. Pero la presión de la Iglesia Católica y la cesión interesada y dejación por parte del Estado están hipotecando una verdadera democracia y estado del bienestar. El Estado no está al servicio del pueblo sino de los poderes fácticos, los económicos y también la Iglesia. Si no es desde la laicidad, y el laicismo que la defiende, la democracia se deteriora.

            2.- No cabe duda que el hecho religioso es importante, Y que la religiosidad está muy arraigada en la gente. Y que el cristianismo ha aportado mucho a la configuración cultural y ética de la sociedad. Y que la Iglesia tiene un poder importante. Creo que el laicismo no puede plantearse acabar con todo eso. Pero sí poner las cosas en su sitio. Con todo respeto pero con firmeza y claridad. El laicismo no odia ni persigue a la Iglesia, aunque ésta se sienta perseguida. Lo que quiere defender es la autonomía e independencia de lo cívico respecto a lo religioso. Y el garante de esa neutralidad ha de ser el Estado. Pero si el Estado es parte interesada y parcial, quien se perjudica es la ciudadanía. La Iglesia ha de aprender a vivir y convivir en una sociedad secularizada y no pretender imponer su doctrina, su moral, sus intereses. Laicidad es respeto a la universalidad.

  1. “La laicidad se asienta en tres principios intrínsecos a la propia democracia y a los Derechos Humanos: la libertad de conciencia, igualdad de derechos sin privilegios ni discriminación, y la universalidad de las políticas públicas” (F. Delgado). Esos tres aspectos no son defendidos precisamente por la ICR, y la religión muchas veces los obstaculiza. Es cierto. Es normal que el laicismo se focalice en la religión y en la Iglesia como institución. Lo comprendo. Pero, sin defender a la Iglesia, quisiera llamar la atención sobre un aspecto (si no estáis de acuerdo, luego lo hablamos): el verdadero enemigo de la laicidad no es la religión ni la Iglesia sino el capitalismo en su versión más dura actual que es la globalización neoliberal. Es el capitalismo “que mata” (como denuncia Francisco), que excluye, que “descarta”, que crea desigualdad y esclaviza a muchos seres humanos, quien de verdad destruye esos valores laicos de libertad, igualdad y universalidad.

            4.- No es lo mismo Cristianismo que Iglesia, ni cristianismo y religión, ni religión y espiritualidad. Creyente y laico no son conceptos antagónicos. Cabe una espiritualidad laica.  Porque la espiritualidad es una dimensión humana de profundidad, de interioridad, más allá de lo religioso. Incluso de apertura a lo transcendente, al misterio, a lo infinito que hace del ser humano un ser utópico, capaz de aspirar a un más allá de lo real y visible. Cabe una espiritualidad laica, no religiosa. Esa espiritualidad iría vinculada a una ética laica, que sería más universal y humana.

            El cristianismo es básicamente el seguimiento de Jesús de Nazaret, que como he dicho, ni fundó una religión ni fundó la Iglesia. Inició y marcó un camino que arrancó del judaísmo, pero fue más allá, cuajó en el cristianismo y en las iglesias cristianas diversas, no solo la ICAR, pero puede ir más allá y ser un cristianismo postreligioso, e incluso se habla hoy en día de nuevos paradigmas postreligiosos y postcristianos (no en el sentido de que las religiones o el cristianismo vayan a desaparecer, sino de que haya ámbitos en que ser agnóstico o ateo sea normal). Al fin y al cabo el mensaje de Jesús se verifica en el amor al prójimo, no en lo religioso. Los valores laicos son valores cristianos. Lo sagrado es lo humano, la vida, la dignidad, los derechos humanos. Como cantaba el viejo Atahualpa Yupanki, “hay cosas en este mundo más importantes que Dios, y es que nadie escupa sangre pa’ que otro viva mejor”.

                        Deme Orte ( demeorte@gmail.com ). Cullera 24-3-2018