“Los padres ya no piden a la escuela primaria enseñar a los niños a pensar con claridad, sino darles las claves para el éxito académico. Lo que pone en peligro la enseñanza es la inversión de todos en el interés privado. El éxito individual ha sustituido a la formación de ciudadano”. J. Geoffroy.
Hay bastantes profesores que esperan, como aquel cervantino bálsamo de fierabrás, que curaba todas las heridas, una nueva Ley de Educación que por si misma solucione todos los problemas. Seria la octava ley desde la de Moyano,1857, hasta la LOMCE. 2013, que no han podido deshacerse del nacionalcatolicismo, “ad maiorem Dei gloriam” (AMDG jesuítico). Estas leyes han sido sucesivamente derogadas y rechazadas por la comunidad educativa, porque fueron, ineficaces e impuestas sin pasar por una deliberación, de profesores, familias y organizaciones o asociaciones educativas. Al mismo tiempo los partidos políticos no consideran la educación como una prioridad y esto se les nota en los presupuestos y en su falta de ética y competencia. En esta situación se suscitan ocurrencias como realizar una formación tipo MIR para la formación del profesorado, ¡que ocurrencia! Sr. Marina y que desconocimiento de ambas actividades.
No obstante hay maestros creativos, que tienen conocimientos, utilizan actitudes y tienen convicciones para que mientras llegue, o no, esa nueva ley, introduzcan conceptos y acciones sobre los cometidos de la educación y de la escuela que intenten interpretar las necesidades y desarrollos de una nueva y acelerada sociedad. Entienden que es posible iniciar una formación en acciones democráticas, si se sustentan sobre la libertad y la responsabilidad, pero si además les interesa eso que llaman izquierda, en lugar de leer o escuchar los estatutos de los partidos políticos me permito dirigirles a los Derechos Humanos. Todos los partidos políticos tienen códigos éticos sin privarse de los deontológicos que como decían los clásicos ni los leen, ni los entienden, ni los aplican, aunque los firmen y se fotografíen con “pluma en ristre”. La adquisición de los valores cívicos, hay que adquirirlos en cada etapa de la vida utilizando la filosofía y la ciencia para el desarrollo del pensamiento. El aroma de la laicidad, propio de la escuela republicana, limita el rancio catecismo integrista, de pensamiento único, irrespetuoso, sin referencias, sin ejemplaridad y sin ni siquiera percibir lo que es el hecho religioso, en si mismo. Existen miles de religiones tan distintas como el judaísmo, catolicismo, budismo u otras relatadas en la historia de todas ellas. Estos maestros y maestras están comprometidos con estimular la razón y lo razonable, gobernar las emociones e intentar una aproximación hacia lo universalizable. Pero para construir, también hay tener una posición respecto a esos colegios privados que creen que elaboraran una especie de clon de la excelencia o como otros, algunos concertados, que se encuentran en las llamadas “clases acomodadas” despreciando a etnias diferentes y estimulando un cierto camino hacia el racismo.
Los franceses aprendieron con su revolución y con la ilustración ( La pensé des Lumières, siglo XVIII) lo que debería ser la escuela republicana publica, que elabora la autonomía del juicio en libertad, creíble y responsable. De esta manera confecciona una base solida para la formación profesional, la consideración del ser humano como ciudadano, que promueve la promoción social y la emancipación. Estimula la reflexión y el dialogo ante el clásico avasallamiento de la memorización e intenta confeccionar la identidad plural de las personas, alejándose de esa obsesión clasificatoria de nuestro País. Desde estas enseñanzas se expresan las características humanas y éticas y el desarrollo de ese motor que es la inteligencia, acondicionada por las experiencias. Los valores y el concepto de dignidad de las personas como “fin en si mismo”, no se pueden intercambiar, ni tienen precio ni se pueden clonar como podemos hacer con los genes. Aquí se situaría la necesidad de percibir la realidad y establecer los limites entre ciencia y humanismo para desterrar los riesgos que ocasiona la obediencia y sustituirlos por los de lealtad. Todo es factible de ser sometido a enseñanza y aprendizaje y sobre todo a la permanente exigencia de la vida que es la de seguir aprendiendo y convivir.
No sabría decir si los comportamientos morales, la convivencia o la búsqueda de la verdad han mejorado en los últimos treinta años. Esta pregunta ya se la había planteado Rousseau, una tarde de 1749 cuando fue a visitar a Diderot preso, interrogándose si cada generación es mejor que la anterior o si la edad contemporánea es mas virtuosa que la medieval o la antigua. Tampoco es fácil determinar de manera general lo que la tecnología ha aportado al mejoramiento de los seres humanos, pero me parece que la eugenesia perfeccionista creadora de desigualdad debe tener los limites de la ética.
No obstante hay un grupo de situaciones que me parece interesante exponer. La primera comprende reflexionar sobre el conjunto, educación, igualdad, justicia. La educación es un derecho y una necesidad porque no nos bastamos a nosotros mismos y ello es particularmente importante en las primeras fases del desarrollo de la mente, momento en el que la Iglesia se apodera con su planteamiento ideológico para confeccionar una esclavitud basada en el miedo y destrozando tanto la vida intelectual como colectiva de muchas personas. La manipulación del niño se somete primero a la creencia dogmática en lugar de identificar y pensar, después vienen los usos y costumbres, es decir los valores familiares y al final subyugado por el dogma y la falsedad, sin argumentos y sin necesidad de pensar llegamos a una obediencia acrítica que ignora la sociedad real y la forma de intentar llegar a esa lógica de los hechos que busca la verdad. La educación es imprescindible para que haya democracia e igualdad. La justicia es una capacidad de un Estado que requiere no estar plagado de todo tipo de corrupción por los partidos que han gobernado. John Rawls, aun siendo un liberal, publicó en 1971 su libro Theory of Justice en este documento indico que hay justicias que son más razonables que otras y que esta debe seguir tres principios: a) Principios de la libertad igual para todos, b) Principio de la igualdad de oportunidades y c)Principio de la diferencia, es decir, distribuir dando más a quien menos tiene, expresión de distribución económica y de solidaridad. Este ultimo criterio se orienta hacia la igualdad cuyo punto clave es la igualdad, basada en la dignidad y no en la economía.
La ciencia no sustituye al hecho religioso, que va ligado al proceso humano. La adoración y el pensamiento mágico no es exclusivo de las religiones y tampoco abarca lo sobrenatural. El hecho religioso se expresa con toda su diversidad en la evolución de la historia de las sociedades para enaltecer las relaciones de convivencia y para desterrar la violencia que han generado, incluso la atribuida en nombre de Dios. La convivencia se basa en los valores republicanos que son los valores cívicos. No enseñemos en la escuela las religiones del adoctrinamiento, la manipulación y el fanatismo, sino la historia de las religiones por personas competentes y no por adoctrinados ignorantes, procedentes del Concordato Vaticano, a los que elige una Iglesia incompetente, antidemocrática y corrupta. La religión oficial, alejada de lo que S. Giner llama la “religión civil” ha creado, al proponer la elección entre ésta y la ética de valores, un enfrentamiento cultural y credencial entre los estudiantes. Todas las personas tienen creencias, unos mediante una fe sin argumento y otros mediante la elaboración del conocimiento, la lógica de los hechos y las ideas. Las personas que no creen en lo sobrenatural, a los que el judeocristianismo llama despiadadamente ateos, también creen porque el pensamiento es también necesario para no creer. La resolución de 2015 (derivada de la nefasta LOMCE) en la que se publica el currículo de la enseñanza de la religión católica fracasará porque generará una mentalidad dogmática, mítica y patriarcal, que como indica, el teólogo J.J. Tamayo, es el Estado laico el que más protege las libertades incluida la religiosa.
Los valores de la educación y la formación como ciudadano se realiza en la escuela. Un valor es una cualidad que permite estimar, comprender o relegar ciertas características que mejoran a los seres humanos, al planeta en que vivimos y permiten un proyecto de vida, solidario y feliz. Estos valores forman el carácter (“arete” en la filosofía de Aristóteles), superando cualquier credo coactivo, también a usos y costumbres procedentes de otras generaciones. El civismo define la moral del ciudadano que es un criterio que procede y potencia la democracia. Los ciudadanos tienen derechos y también deberes y es frecuente y dramático que ellos no se vean como sujeto de estos, porque de ellos deriva la solidaridad como complemento de la justicia, la convivencia, la tolerancia, la implicación en la paz, el rechazo a las guerras y a cualquier tipo de violencia. La moral ciudadana se ha debilitado inducida por la decadencia de las costumbres, el olvido de normas de buena educación, la exaltación del individualismo, la búsqueda del placer inmediato a costa de lo que sea. Estas carencias tienden a priorizar lo secundario, el cultivo y elogio de la ignorancia, pero también la falta de reconocimiento de lo valioso, del dialogo argumentado procedente de una perversa influencia de medios de comunicación, la liturgia de empresarios corruptos del capitalismo o políticos que buscan el puesto que nunca obtuvieron por competencia y trabajo.
Tener valores, obliga a su aplicación, es decir, la ética no es solo una teoría del pensamiento filosófico sino las bases de las acciones morales. Esta es la diferencia y la implicación entre ética y moral. Valor es diferente a precio, es el gran error del estúpido que no diferencia y que generalmente le acompaña toda la vida. Los valores, que se deben aplicar en la escuela, necesitan una integración: los conocimientos participan de una cultura y de una dimensión ética, libertad para guiar la vida y la muerte, responsabilidad y justicia para lograr la igualdad en dignidad, dentro de la diversidad y pluralidad. El proyecto de vida requiere responsabilidad y se realiza con autonomía moral, ante el acoso de influencias externas. La autonomía escoge el principio adecuado a cada caso y le proporciona la interpretación más justa para responder ante si mismos y ante los otros. Los conflictos de valores no se solucionan con vencedores y vencidos. Es la deliberación la que intenta ponderar hechos abriendo un camino que conduzca a una propuesta prudente y por lo tanto responsable.
Respecto a la libertad, entendemos como negativa la inexistencia de limitaciones o coacciones y por lo tanto significa el acto responsable. La libertad positiva significa tomar elecciones orientadas a hacer el bien o el mal (comportamiento ético), mediante una decisión voluntaria, que utiliza la razón de cada individuo para seguir leyes universalizables. Las decisiones que se toman por obligación carecen de comportamiento ético.
Estos son los grandes procesos por los que la Escuela Publica y los Maestros requieren elogio y reconocimiento. En Finlandia los profesores de primaria tienen la más alta consideración y salario. Este reconocimiento lo proporciona una sociedad y unos políticos que sitúan la Educación como prioridad. Se trata de una sociedad libre, competente y democrática que vive una escuela republicana, publica y laica.
Javier Garcia-Conde Brú, Catedrático de Medicina, Master en Bioética UCM