Nuevo avance del clericalismo, con un espacio institucional creado ad hoc para los obispos católicos, eso sí, representados por mujeres y hombres de forma paritaria, ¡gran cesión y conquista de este gobierno progresista! (nótese la ironía).
Parece que la única igualdad que importa es la de género, pero sólo a nivel formal, porque ese mismo gobierno no tienen ningún reparo en que la confesión con la que firman el acuerdo no cumpla con las disposiciones de la Ley de Igualdad, siendo que sólo pueden ser hombres quienes ocupen los cargos de ministros de culto.
Poco importa la igualdad como no discriminación por razones de convicciones. Así, se discrimina al resto de confesiones religiosas y a todas las convicciones no religiosas. Se vulnera, en definitiva, de forma flagrante y muy grave, la laicidad de las instituciones del Estado.