El número de agosto de L’Expressió publicó un artículo firmado por F. J. Grau Marí, en el que, en contraposición a otro de la asociación Cullera Laica, daba tres razones para marcar tanto la casilla de la Iglesia Católica como la de fines sociales en la declaración de la renta. Como contribuyente que soy que deliberadamente no marco ninguna de las dos casillas, doy contestación a los argumentos del citado artículo.
1) Cuestión de democracia
El Sr. Grau Marí considera que es más democrático poder elegir el destino del dinero de nuestros impuestos que dejarlo en manos de los políticos. Consecuentemente, pedía “muchas más” casillas en la declaración de la renta. Yo podría tener un principio de acuerdo con esta posición si se pusieran casillas para todas y cada una de las organizaciones existentes en España, no sólo para una. O todos o nadie ¿Por qué van a ser los católicos los únicos que disponen de una casilla a favor de su iglesia? ¿Y los demás? ¿Esto qué democracia es? ¿No es la igualdad un principio democrático fundamental? Pues la única opción factible que veo es que en los impresos de la declaración de la renta no haya ninguna casilla para ninguna organización en particular.
2) Cuestión de solidaridad
El Sr. Grau Marí dice que ONGs como Cáritas y Cruz Roja hacen una labor que puede considerarse de servicio público. Efectivamente, y vaya por delante mi reconocimiento a todas las personas y organizaciones que, altruistamente, dedican su tiempo y recursos a los demás, en particular a quienes lo hacen sin recibir subvenciones públicas… Pero con la casilla de fines sociales, quien no parece estar muy comprometido con la solidaridad es el propio Estado, pues es como si eludiera su responsabilidad con las personas necesitadas, en tanto en cuanto las deja a merced de la voluntad de unos y otros. Tal vez se comprenda mejor esta posición si pensamos qué opinión se tendría si en lugar de fines sociales lo que se dejara al albur de una casilla de la renta y ONGs asociadas fuera la educación, la sanidad o las pensiones…
3) ¿De cuánto estamos hablando?
Si lo comprendo bien, el Sr. Grau Marí parece restar importancia a la cantidad que el Estado deja de ingresar por estas casillas de la renta en comparación con lo que supone el mantenimiento de todo el aparato público, a saber: 285 millones por la casilla de la Iglesia Católica y 330 millones por la de fines sociales, según el artículo. En total, 615 millones de euros. Yo no sé si es mucho o poco dinero. Pero por tener una referencia, si dividimos esa cantidad por el número de habitantes en España (47 millones de personas) da un total de 13 euros por persona. Si esos fondos se asignaran a los municipios de acuerdo con su padrón de habitantes, a un municipio como Cullera (22.000 personas) le correspondería, por este cauce, 286.000 euros anuales, que aunque de ellos sólo fuera la mitad para servicios sociales municipales, la cantidad no parece nada desdeñable…
En definitiva, hay razones de fondo, precisamente de democracia y solidaridad, para no marcar ninguna de las casillas de la declaración de la renta. Desde luego, ello no obsta para que ayudemos por otros medios a quienes lo necesiten.
C. Martínez